martes, 18 de octubre de 2011

HISTORIAS E HISTERIAS 3


 
EL ROSARIO FOSFORESCENTE
(Una historia tan falsa como la vida misma y tan real como la imaginación de un niño)


Siempre recordaré las sensaciones que me invadían cuando viajábamos a Castilla La Mancha a visitar a mis abuelos; su casa era muy grande y con unos pasillos tan largos que se hacían eternos. Las puertas eran de madera oscura y maciza y tenían esos típicos cuarterones castellanos. Las paredes estaban repletas de retratos no sólo de Jesucristo sino de padres y abuelos de mis abuelos; eran como fotos de fantasmas que habían tenido un día de perros. Siempre me pregunté: ¿Pero que diantre le pasaba a la gente de principios de siglo? ¿Por qué tenían que poner esas expresiones como de cadáver recién embalsamado? ¿Por qué todo el mundo parecía vestir mortajas? Amenudo tenía horribles sueños lucidos en los que me imaginaba viviendo en una de esas épocas y se me encogía el corazón.
Luego estaban las fotos enmarcadas en las que aparecían vírgenes; había una en especial en la que en blanco y negro se veía un campo árido, y sobre este, un cielo tormentoso, y sobre las nubes, la virgen.
Siempre he pensado que la cultura católica es algo abruptamente tétrico y siniestro. Esa forma de representar a sus deidades es como una metáfora de muerte y sadismo: figuras inmóviles de rostros tristes y lacrimosos, cuerpos heridos y sangrantes, escenas de sufrimiento y tortura en donde los mártires miran al cielo en busca de ayuda, pero su final siempre fue y será trágico, y sin embargo los creyentes obligan a estos personajes a revivir su tormento una y otra vez.
También habían algunos cuadros de Don Quijote cosa que yo agradecía mucho ya que mirarlos de vez en cuando me hacía olvidar aquella atmósfera tan opresiva, pero en el pasillo estaba aquella foto en la que se veía a Jesucristo portando la cruz; iba ataviado con una túnica de terciopelo color morado nazareno, y su cara estaba cubierta de sangre que emanaba de las heridas que la corona de espinas le había provocado. Yo miraba esa foto con los ojos muy abiertos y sentía terror, auténtico terror.

En aquél lugar me sentía rodeado de puro misterio, horror y folclore.

La abuela tenía unos vecinos bastante pintorescos; por un lado estaba ''Santos'', que debajo de  su casa, en un garaje subterráneo, tenía un taller donde se dedicaba a restaurar carrozas religiosas, santos de iglesias y todo tipo de símbolos católicos. Amenudo bajaba a visitarle cuando me aburría durante las tediosas tardes de verano. Me perdía entre aquellas ancestrales y tristes obras de arte. Recuerdo el olor a barniz, pintura y madera tallada que desprendía aquel fantástico lugar. Pasaba horas cegado por el brillo del oro con el que Santos cubría los ornamentos de las increíbles carrozas, y me estremecía mirando los rostros de los santos, con sus expresiones de agonía. Me sentía muy pequeño bajo la sombra que aquellas esculturas proyectaban sobre mí, y en mi interior crecía un inmenso terror hacia dios, Jesucristo y todos sus amigos.
Los vecinos de arriba eran gente normal, excepto que en su casa vivía la que posiblemente fuera mujer más vieja que he visto en mi vida; había perdido la vista y sus pupilas se habían vuelto blancas. Su piel era extremadamente arrugada y su cuerpo era tan delgado que no podía mantenerse en pié, así que se pasaba los días sentada en un sillón que se hallaba en una habitación a la que solo se podía acceder mediante una puerta ''secreta'', y digo secreta por que desde fuera era una librería. Hacía poco tiempo que a aquella anciana le habían extirpado un pulmón y le costaba respirar. La ventana de la habitación donde la señora vivía daba a un patio-tragaluz compartido con nuestra habitación, y cada tarde, cuando intentábamos dormir la siesta podíamos escuchar su agónica respiración. Era algo perturbador. Mientras escuchaba sus largos jadeos podía imaginar su cara, mirándome con sus blancos y dañados ojos mientras abría lentamente su desdentada boca que, una vez abierta se asemejaba a un oscuro abismo.
Luego estaba aquella parroquia romana situada al lado de la casa, en un parquecillo que por las noches se convertía en un paisaje inhóspito y tenebroso. En dicha iglesia vivía un mujer que se encargaba del mantenimiento y de dar las campanadas, y siempre que éstas tañían, sentía como si una amenaza se acerca.

En esa parte del país la gente es muy religiosa y supersticiosa, y la abuela no era ni mucho menos una excepción; siempre hablaba de "El Señor'' y de los pecados, y nos asustaba diciéndonos que no nos mirásemos en los espejos a partir de medianoche y, aunque jamas nos aclaró cuales habrían sido las consecuencias, nosotros acatamos esa orden. Recuerdo a mi hermana y a mi prima maquillándose a toda maquina cuando estaban apunto de salir de marcha y faltaban apenas unos minutos para las doce.
Por las noches, la abuela se sentaba en el porche de la casa junto a su inseparable amiga Etelvina y rezaban durante más de dos horas. De vez en cuando se ponían a hablar de promesas incumplidas a los muertos y de como las animas de estos atormentaban a aquél que había prometido e incumplido, hasta que éste cumplía o celebraba una misa en su honor. Aquellas ancianas conocían infinidad de historias que podrían haberle helado la sangre a cualquiera.
Siempre que mis padres salían por la noche a tomar algo, y mi hermana y mi prima también, yo tenía que quedarme allí, con la abuela, acompañándola durante las siniestras tertulias que tenía con su amiga, para luego irme a dormir solo hasta las tantas de la madrugada. Como la abuela sufría de insomnio desde niña, se limitaba a rezar múltiples plegarias de todo tipo cuando se tumbaba en la cama. Rezaba por ella, por mi abuelo, por todos y cada uno de los miembros de la familia, por las amistades y por si acaso, rezaba por todas aquellas personas del mundo que no tenían quien les rezara. Lo hacía en voz alta y hasta que se dormía; se la podía escuchar desde las otras habitaciones y cuando ya llevaba un par de horas, podías notar como tanto el ritmo del rezo así como la intensidad de la voz perdían potencia, haciendo que la esperanza de que acabara de una vez te invadiera, pero cuando parecía que ya iba a caer dormida y el silencio iba a reinar... volvía a empezar con mas intensidad, empujando las palabras y las frases con ahínco. Todo esto acompañado de los espectaculares ronquidos del abuelo, personaje tímido que hablaba tan poco que parecía que ni siquiera estuviera ahí, exceptuando cuando dormía.

En una ocasión, al volver la abuela de una de sus excursiones religiosas, trajo un obsequio para mi hermana, mi prima y para mí; era un rosario fosforescente. En mi vida había visto semejante invención; ¡Un rosario fosforescente que brillaba en la oscuridad!
Solíamos dormir los tres juntos en una alcoba con dos camas, yo dormía siempre con mi hermana que, igual que yo, era propensa a sentir pánico gratuito durante la noche. La abuela nos acompañó a la habitación y colgó en rosario en el cabezal de la cama donde Eli, mi prima, solía dormir. Dijo que mientras el rosario estuviera allí, este nos protegería cada noche de morir mientras dormíamos.
La primera vez que dormimos con el rosario en el cabezal nos costó conciliar el sueño debido a la potente luz verdosa que este desprendía. La habitación adquiría un tono tétrico y a mi me recordaba al interior de una iglesia; además la luz reverberaba sobre el rostro de Eli y le hacía parecer un cadáver. Mientras miraba su semblante dormido y cubierto de verde, podía oír los rezos de la abuela y eso me aterraba. Pasaron varias noches y el rosario empezó a asustarnos a los tres, así que decidimos esconderlo en el cajón de una de las mesitas de noche. Pero a la noche siguiente volvía a estar ahí, reluciendo incandescente. Seguramente fue mi abuela que, mientras limpiaba debió hallarlo y lo volvió a colgar. Esta escena se volvió a repetir varias veces; siempre que escondíamos el rosario ella lo encontraba y lo volvía a dejar allí, o por lo menos eso era lo que creíamos.

-¡Maldita sea!. La Yaya ha vuelto a colgar el rosario.- dijo Eli con frustración.
-Si – añadió Alba- Deberíamos esconderlo en algún sitio donde no suela limpiar cada día-.
Yo era el más pequeño de los tres, y siempre tenía miedo de dar mi opinión, pero aquél día tuve una genial idea, así que tímidamente dije:
-Podríamos esconderlo en la habitación del final. Allí nunca va nadie.
Eli y Alba me miraron con los ojos muy abiertos y al unísono dijeron:
-La habitación del final-. En sus voces podía notarse esa chispa de horror que sentíamos hacia aquella siniestra habitación situada al fondo del último pasillo que había en la casa. Para llegar allí, se tenía que atravesar toda la vivienda, cosa que conllevaba a caminar a través de los dos pasillos que serpenteaban a lo largo de toda la casa y, pasado el último lavabo, había una curva que al tomarla te llevaba al último pasillo, al final del cual, reinaba una puerta, tras la cual se hallaba la última habitación.
Eli, que era la mayor y por lo tanto la líder, decidió que iríamos los tres juntos; cada uno agarrado a la camiseta del otro, y ella iría delante, con una linterna, puesto que en aquella habitación no había luz. Nos detuvimos en la boca del pasillo, mirando la puerta. Los nervios y el miedo que nos invadía agudizó nuestros sentidos y el silenció se volvió tal que todos los sonidos se multiplicaron por mil. Podíamos escuchar todo el ambiente. Eli dio el primer paso de puntillas, como si temiera despertar a algo que se hallara durmiendo en aquella habitación y los huesos de su tobillo crujieron.
-Aii Eli, no hagas tanto ruido- dijo Alba con pavor.
-Ha sido sin querer.
Yo iba detrás y de vez en cuando echaba una mirada a mis espaldas. Temía que algún espíritu estuviera detrás de mí, inclinado, con sus ojos muy abiertos y con su cara cerca de mi nuca.
-No quiero ir detrás Alba, tengo miedo.-dije.
-Está bien, ponte en medio pero callate ya.
-¡Callaos los dos!- ordenó Eli con un autoritario susurro.- Escuchad, se oye algo ahí dentro-.
Era una respiración agónica, como la de la anciana que vivía arriba aunque algo distinta, daba la sensación de que por momentos, aquellas respiraciones no pertenecían a una mujer, sino a un hombre.
Alba agarró mi camiseta con mas fuerza y dijo:
-Es la hora de la siesta, tiene que ser la vieja de arriba.
-Es verdad -dijo Eli esbozando una tímida sonrisa que delataba su alivio-.
Yo sentía algo distinto, como si tuviera la certeza de que aquella respiración viniera de dentro de la habitación. No quise decir nada por que lo que quería en aquellos momentos era esconder aquél dichoso rosario y que nos largáramos de allí de una vez. Me aferré a la camiseta de Eli y aplasté mi rostro contra su espalda para no ver nada. Empezamos a caminar, esta vez con decisión.
Elí giró el pomo y cuando la puerta se abrió, esta emitió un chirrido largo y triste. La respiración se escuchaba más fuerte, puesto que en la habitación, en lugar de haber una ventana, había una puerta que daba al patio-tragaluz donde se encontraba la ventana de nuestra habitación y la de la anciana.
Allí estábamos al fin, en aquel siniestro lugar, de paredes bastas pintadas de blanco, con una cama de madera tan oscura que parecía estar hecha de pedazos de cielo nocturno. En la pared, además del cuadro de la virgen sobre cielo tormentoso, había también un foto-retrato de un hombre vestido de negro en cuya cara había una expresión tan severa que parecía irradiar un odio ancestral. Nos miraba con el ceño fruncido y con aquellos ojos que parecían rombos tumbados.
A pié de pared, todo el suelo estaba repleto de zapatos viejos y cirios de colores, como los de las iglesias.
-Vamos Eli- dijo Alba – Dejalo donde sea y vayámonos de aquí ya.
Yo estaba temblando; no quería mirar a mi alrededor, solo podía dejarme llevar, como si fuera un títere. Eli levantó con dificultades el pesado colchón y depositó el rosario sobre el somier, pero el colchón era tan pesado que se le escapó de las manos y éste cayó sobre la cama haciendo un potente ruido, y al ruido le siguió una fuerte respiración que se fue acelerando hasta convertirse en horribles arcadas. Eli y Alba se asustaron tanto que al intentar salir corriendo de la habitación me pasaron por encima. Eli golpeó mi cara con el codo al darse la vuelta, yo caí al suelo atontado y desde allí pude ver como abandonaban la habitación y la puerta se cerraba, dejándome allí solo, en la más absoluta oscuridad, con lo que fuera que hubiera dentro de aquella habitación. En unos instantes recuperé el sentido y empecé a gritar desesperadamente:
-¡No! ¡Socorro! ¡Alba! ¡Eli! ¡Hay alguien aquí! ¡Hay alguien aquí!
Había alguien allí; estaba jadeando a mi lado, muy cerca de mi oreja. Yo no podía levantarme, estaba paralizado por el horror, solo podía intentar gritar con todas mis fuerzas, pero cuanto más lo hacía más fuerte se oía la respiración. Seguí gritando, pero Alba y Eli me habían abandonado.
-¡Yaya!- grité- ¡Yaya!-.
-¡Raulico!- Oí llamar a mi abuela desde la otra punta de la casa.
La respiración cesó al oírse la voz de mi abuela y entonces fue cuando oí aquel lamento, aquel murmullo tan agudo y tétrico, como de un alma en pena. Y luego oí una voz:
-No... lo.. de..jes.... ni..ño...-.
La puerta se abrió de repente y la luz penetró en la habitación, iluminándola por completo. En el umbral de la puerta pude ver la graciosa y redondita silueta de mi abuela, la cual solo medía un escaso metro y medio. Me levanté de golpe y corrí a abrazarle, pero ella sacó un trapo y empezó a atizarme con él mientras me regañaba:
-¿¡Por que sus portáis tan mal!? ¡Que me tenís frita!.
Seguía atizandome con el trapo, pero no me hacía daño y no me importaban sus reniegos; estaba a salvo y eso era lo importante. De fondo podía escuchar las risas de Eli y de Alba. Pero no me dio igual; aquella respiración, y aquella horrible y triste voz... ya no se escuchaban.
La abuela dejó de atizarme y me abrazó mientras me preguntaba:
-¿Por que gritabas? ¿Que te ha pasao?
-La mujer de arriba, estaba respirando en esta habitación. La puerta se cerró de golpe.
-La mujer de arriba no ha podío ser Raulico.- dijo extrañada- Anoche se la llevaron al hospital y este medio día me han llamao que se ha muerto-.
Detrás de mi abuela, en la entrada del pasillo estaban Eli y Alba, que me miraban con ojos de asombro y complicidad. Sea como fuere y por lo que fuere, los tres habíamos escuchado aquella respiración.
-Ai mi Raulico que guapo que es.- Solía decirme la abuela- Que dios te bendiga y si te portas bien, el señor te vendrá a ver por la noche.-

Solo tenéis que imaginar el pánico que me invadía cada vez que me decía eso.

Había sido un día que jamás olvidaríamos, y al llegar la noche nos fuimos a dormir con un miedo indescriptible; temíamos volver a escuchar aquella respiración y, aunque eso no sucedió, decidimos dormir los tres en la misma cama. Tardé varias horas en dormirme y el miedo era tal que agradecía poder oír a la abuela rezar y al abuelo roncar.

Me despertó un sutil sonido; era como si algo se arrastrara por el suelo, pero sonaba lejano. Provenía de algún lugar en la otra punta de la casa. Levanté la cabeza ligeramente, para poder escuchar mejor. Era un ruido intermitente, algo que se arrastraba y de repente se detenía. Cada vez sonaba más cerca.
-Alba, Eli. - Susurré; intentando despertarlas, pero no se movieron.
¿Que era aquél sonido? Parecía provenir del pasillo más largo de la casa, que era tan longevo que tenía dos curvas. La curiosidad venció al miedo y decidí levantarme de la cama sin hacer ruido, pero los muelles del colchón chirriaron, lo que provocó que se me erizaran los pelos de la nuca. Caminé hacia la puerta lentamente y giré el pomo con cautela, pero este chirrió también. De nuevo el silencio, esta vez el de la noche, convertía cualquier sonido en un estruendo. Al abrir la puerta me di cuenta de que ni la abuela rezaba, ni el abuelo roncaba, y la puerta de su alcoba estaba cerrada; algo inusual. A mi izquierda tenía el ultimo lavabo y a mi derecha el pasillo largo. El ruido parecía provenir de allí.
-¿Hay alguien ahí? - Pregunté a la oscuridad que llenaba el pasillo.- ¿Eres el anima de la señora de arriba?-.
Caminé por el pasillo, y al tomar la primera curva vi una enorme y oscura silueta que se movía lentamente en mi dirección. La luz de la luna se filtraba por una pequeña ventana la cual jamás había visto antes, y cuando la silueta se acercó a ésta, pude ver lo que era: Jesucristo, el mismo de la foto del pasillo. Vestía aquella túnica color violeta y arrastraba la cruz, la cola de la cual era lo que provocaba el sonido deslizante. De su frente caían negras gotas de sangre. Se detuvo súbitamente con un movimiento mecánico y entonces levantó rápidamente la cabeza y me miró. Durante unos segundos todo se detuvo; sentí como si una enorme serpiente me rodeara y estuviera estrangulandome. Mi sangre pareció espesarse y cuando intenté gritar, de mi garganta no salió más que un débil gemido. De repente se oyó el tañido de unas campanas, y el mesías empezó a caminar de nuevo. Di unos pasos hacia atrás y en ese momento él aceleró y empezó a perseguirme. Giré en redondo y corrí hacia mi habitación, pero la puerta se cerro de repente, golpeándome la frente. Caí al suelo y vi como Jesucristo ya había dado la curva y venía hacia mí. Todas las puertas se cerraron solas. No había escapatoria. Oí el chirriar de una puerta abriéndose y al mirar al ultimo pasillo pude ver un resplandor verdoso que provenía de la habitación del final. Miré hacia allí con temor, pero al darme la vuelta vi que Jesús estaba apunto de alcanzarme, así que solo tenía dos opciones: correr hacia la habitación del final donde posiblemente se hallaba la anciana, o dejarme atrapar por Jesucristo. Me puse en pié y corrí hacia la luz verde. Al entrar en la habitación cerré la puerta detrás de mí, eché el pestillo y dí un par de pasos hacia atrás. La carrera me había quitado el aliento y jadee con todas mis fuerzas para recuperarlo. El ruido deslizante se acercaba a la puerta y yo no sabía que hacer. Cuando pude recuperarme empecé a escuchar la respiración de la anciana. Miré hacia atrás y allí estaba; sentada en la cama, con un brazo en alza y el rosario fosforescente colgando de su puño. Tenía sus blancos ojos clavados en la puerta.
-Ya.. vie..nne. - me dijo – Co..ge el.. ros..ario y... hu..ye...-.
Jesucristo empezó a golpear la puerta utilizando la cruz como ariete.
-¡Por.. la puerta.. del traga..luz!
Temblorosamente me acerqué a la anciana y cogí el rosario. Fui hacia la puerta que daba al tragaluz, pero estaba cerrada con un enorme pestillo lleno de rubín. Intenté quitarlo, pero se me fue imposible. Jesús seguía aporreando la puerta y con cada golpe caía yeso del techo. La puerta se agrietó y una parte de la cruz la atravesó. Los cirios que había en el suelo se encendieron e iluminaron la habitación con múltiples colores. Jesucristo asomó su cara de madera por el agujero de la puerta y de sus ojos empezaron a emanar gotas de sangre que acabaron por convertirse en chorros a presión. Toda la sangré fue a parar sobre la anciana y el suelo, mientras el tañir de las campanas se aceleraba. Las llamas de las velas crecieron haciendo que aquél lugar pareciera el infierno. La anciana empezó a sollozar y a llorar como un bebé.
Sentí que iba a morir; Jesucristo pronto derribaría la puerta y acabaría conmigo. No había forma de abrir el pestillo. Escruté la habitación buscando algo con que romperlo y entonces vi el retrato de aquel hombre de expresión severa; en aquel momento no me dio miedo sino fuerzas, así que lo descolgué de la pared y empecé a golpear el pestillo con él. Funcionó; el pestillo empezaba a romperse, estaba apunto de abrir la puerta cuando Jesús irrumpió en la alcoba.
-¡No! ¡Llevame a mí! ¡Deja al niño!- Gritó la anciana con poder mientras se abalanzaba sobre Jesucristo. Aproveché el enfrentamiento para abrir del todo la puerta y mientras intentaba no resbalar con la sangre del suelo, pude salir al tragaluz. Llegué a la ventana de mi habitación pero antes de colarme por ella miré hacia atrás y vi como Jesucristo golpeaba a la anciana con la cruz hasta aplastarle la cabeza.
-¡¡Nooooooooooooo!!!- Grité con rabia al ver como moría la anciana. Jesús corrió hacia mí y cuando ya estuve a punto de entrar me agarró el pié, pero conseguí darle una patada en la cara y me libré. Miré hacia las camas donde dormían Eli y Alba, pero seguían durmiendo como si no pasara nada. El mesías ya había entrado en la habitación y venía hacia mí. Ya no había escapatoria. De repente oí la voz de mi abuela en mi mente:

"Mientras el rosario esté en el cabezal de la cama, os protegerá de morir mientras dormís".

Cuando me acerqué a las camas para colgar el rosario en uno de los cabezales, Eli y Alba se levantaron, pero no eran ellas sino vírgenes de madera que me agarraron para impedírmelo. Luché con todas mis fuerzas y cuando ya estaba apunto de ser atrapado por Jesucristo... lancé el rosario al aire y éste cayó sobre el cabezal. Jesucristo y las vírgenes empezaron a arder mientras gritaban y se reducían a cenizas.

Desperté de repente, empapado en sudor. La luz estaba encendida y Alba y Eli estaban de pié, abrazadas la una a la otra, en una esquina de la habitación, mirando hacía donde yo estaba.
-Ha sido una pesadilla- Dije. Pero ellas señalaron a mis espaldas y cuando me giré, vi que el rosario estaba ahí, colgando del cabezal.

¿Quien puso el rosario de nuevo allí? Jamás lo supimos, pero nunca lo volvimos a quitar. Aquella noche comprendí algo muy importante: El rosario funcionaba. Mientras permaneciera colgando del cabezal, Jesucristo jamás podría matarme mientras dormía.


FIN

martes, 4 de octubre de 2011

MUSTER EL PERJUDICIAL




Esta lamina hecha con acuarela es un SPIN-OFF del óleo MUSTERGRENDI, es decir: es un retrato en solitario del personaje MUSTER EL PERJUDICIAL que no es otro que el que se halla sentado a nuestra derecha (ver la entrada titulada MUSTERGRENDI).

El estilo con que está dibujado en esta ocasión le hace mucha mas justicia a su significado y razón de existir que en el óleo MUSTERGRENDI, ya que su halo debe ser sucio y demacrado y en su anterior versión fue recreado de un modo mas infantil y naif.
Como bien expliqué anteriormente en la publicación titulada como MUSTERGRENDI, cuando una persona padece este síndrome homónimo, olvida su presente y a la persona que es para martirizarse viendo el mundo a través de los ojos de la persona en que supuestamente se convertirá; en este caso en MUSTER. ¿Por qué es su aspecto sucio y demacrado? Porque el hecho de preocuparte y obsesionarte con el futuro conlleva a descuidar tus asuntos presentes, tu físico, tu alimentación y tu salud, así que el resultado de tu evolución será nefasto. Evidentemente eso es algo malo, algo así como un pez que se muerde la cola. Es evidente que hay que vivir el presente y que ningún problema se soluciona en un futuro imaginado, por que aunque no lo creamos ese futuro será un presente en su momento y por mucho que pensemos en él, no lo alcanzaremos hasta que lleguemos a ese instante así que... todos los problemas se solucionan desde un hoy y jamás desde un mañana y toda solución tiene diversas fases que se superan día a día. Con esto no quiero decir que no haya que pensar en el mañana o que uno no pueda preocuparse, pues todo es necesario en su justa dosis pero, en este caso, estamos hablando de osesión y ansiedad.
Bien es sabido por un servidor que hablar es harto fácil, pero me veo en la obligación de decir: Amigos y amigas... ¡No desesperemos!

MUSTER fuma por que ya no le importa su salud. Tiene los ojos amarillentos por que ahoga sus penas en litros de alcohol y tiene problemas hepáticos. Viste de luto por la juventud que ha dejado atrás pero lleva camisa amarilla en un fallido intento por sentirse alegre. Su extremada delgadez es falta de nutrición, enfermedad, dejadez, vejez.... El poco pelo que le queda es largo por que desde que empezó a sentirse viejo no ha cambiado sus ideas.

De nuevo me basé en una verdura para dibujar la cabeza. En este caso en un pimiento verde. Es mi forma en esta ocasión de representar la ''madurez''.

Esta lamina no es una ilustración definitiva ya que mi intención es pintar una versión exacta en óleo pero añadiendo un entorno a sus espaldas. No daré mas detalles sobre ello por que prefiero dar una sorpresa que espero que sea de vuestro agrado.

jueves, 29 de septiembre de 2011

HISTORIAS E HISTERIAS 2


 

LA MUJER QUE LADRA


Hacía tiempo que no visitaba Barcelona y pensé que sería buena idea ir caminando desde Gracia hasta Plaza Catalunya. Crucé todo el Paseo mientras admiraba la bellísima arquitectura que reinaba a cada lado. Cuando llegué al destino me dio coraje bajar a la estación de tren y marcharme sin más, así que decidí apoyarme en una farola junto a la boca de metro y fumarme un cigarrillo.
Oí el ladrido de un perro.
Que sensación más agradable era la de fumarme aquel detestable cigarro mientras admiraba mi ciudad.
Volví a oír el ladrido.
En unos minutos bajaría las escaleras, subiría al tren y pondría rumbo de vuelta a mi aburrido aunque querido pueblo.
Esta vez el ladrido fue exageradamente fuerte. Parecía provenir de detrás de una planta que había a pié de un árbol. Me fijé bien y vi que esta vibraba como si el perro estuviera en su interior, algo completamente normal si no fuera por que lo que salió de ahí no fue un perro sino una mujer mayor, de unos setenta y cinco años. Iba bien vestida y aseada, no tenía pinta de ser una lunática, pero estaba ladrando desesperadamente en plena calle y lo peor es que parecía un perro de verdad. Yo la miré estupefacto mientras ella seguía emulando a un cánido que parecía estar agonizando. Empezó a caminar arqueadamente pero se cercioró de que yo la estaba mirando y entonces, con un robotico y brusco giro de cuello me miró y se detuvo. Sentí un pequeño escalofrío, como el que siente un niño cuando le pillan con las manos en la masa. Tragué humo y empecé a toser. La mujer asintió lentamente con la cabeza y mientras se mordía el labio inferior empezó a caminar hacia mí. Mis ojos se abrieron por completo y mi mente dio el estado de alerta. La anciana se detuvo a escasamente un metro de mí y me señalo con el dedo.
-Perdone señor juez – me dijo en tono de reproche- ¿A usted le parece bien que yo tenga que mear ahí en un matorral como un perro? ¡Eh!- Su tono de voz era tan alto que todo el mundo que pasaba miraba la escena.
-¡Maricón de mierda, desgraciado, maricón, desgraciado, maricón de mierda!- No paraba de repetir ese mantra mientras me miraba y me señalaba con el dedo. Yo ya no pude aguantar más y estallé en carcajadas, pero mi risa me hizo escupir el humo del cigarro en su cara, cosa que no le sentó nada bien, así que se calló de repente, y entonces me miró; lo hizo como jamás nadie lo ha hecho. Su rostro se tornó extremadamente serio y su ojos me penetraron, pude ver la autentica mirada de un loco. Aquella mujer tenía el aspecto de la típica señora de Barcelona. Era pulcra, podría ser mi abuela, tu abuela, pero no lo era, era una autentica lunática que estaba ladrando en plena calle y gritándole a un joven desconocido. De repente el miedo me invadió, temí que se abalanzara sobre mí e intentara agredirme, pero no lo hizo, bajó el brazo con cuyo dedo me señalaba, empezó a ladrar de nuevo y mientras se alejaba hacia un semáforo siguió mirándome y ladrando. El muñeco del semáforo se volvió verde, la multitud empezó a cruzar la calle y ella desapareció entre ellos.

Me quedé mirando a la nada, pensativo, intentando analizar lo que había ocurrido y cuando lo conseguí empece a reír como jamás había hecho. Las personas que pasaban por la calle y me miraban veían a alguien que podría ser su hermano, su hijo, su novio... pero no lo era, era un loco que estaba llorando y riendo a carcajadas en plena calle.


FIN.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

ESPERANZA BEBIÓ SOLA

Lienzo. Técnica óleo.

Ya no era una niña; el transcurso de los años le había enseñado a sufrir y conocer la infelicidad. Desengaño, decepción, corazón-roto, desilusión.... eran palabras que encabezaban su diccionario.
Cansada de luchar por destruir la incertidumbre empezó a soñar y a desear y, abemoladamente cruzó sus brazos y se sentó a esperar en su habitación de paredes color verde esperanza. A su lado reinaba un retrato de su juventud; su boca había cambiado por que ya no decía lo mismo y su mentón antes liso ahora se había convertido en una bolsa vieja, pero sus ojos aunque cansados seguían siendo aquellos; ventanas de una cárcel que encerraba a una niña que jamás soñó con envejecer.
Bebió vino por que este mejoraba con los años, en un vano intento por adquirir esa cualidad, pero cuando se cercioró de que demasiado tiempo convierte a este en vinagre; un deseo de amor le invadió e imaginó a un ser perfecto que la adoraba, que aceptaba sus defectos y que la buscaba con afán. Y ella siguió allí, esperando entre las cuatro paredes que la protegían de la cruel realidad. Al fin la puerta se abrió y un rayo de luz iluminó su alma pero al ver la silueta del ser en el umbral se estremeció, su cabeza era el rostro del tiempo que había venido a decirle que ya era demasiado tarde. Y Esperanza, pues ese era su nombre, bebió sola y te miró cuando tú la miraste, por que su mundo era un espejo que reflejaba el tuyo.


AUTOPSIA de ''ESPERANZA BEBIÓ SOLA''.


Esta autopsia os la dejo a vosotros/as mis queridos amigos/as.

lunes, 26 de septiembre de 2011

DINAMIC CAFÉ




Mis padres tienen un bar desde hace casi veinte años. El año pasado decidimos que era hora de reformarlo ya que desde que lo tuvieron los anteriores dueños aún no se había retocado nada y como podéis imaginar y veréis, el local tenía un aspecto bastante pobre, por que una cosa es ser retro y otra muy distinta es estar desgastado y pasado de rosca.

En un principio contratamos a un interiorista titulado el cual no acabó de comprender exactamente lo que queríamos. Nos reunimos con él y le explicamos nuestros gustos, preferencias, ideas e incluso llegamos a ponerle bastante en bandeja lo que buscábamos, pero parece ser que... o no quería o no podía.
Normalmente la gente se saca un titulo en una academia y salvo en algunas excepciones acaba por verse influenciado por los típicos cánones de la moda actual. Su visión se ve estrechada y limitada y por lo tanto se vuelven tímidos o por lo menos esa es la impresión que tengo. Soy consciente de que mis palabras suenan un poco mezquinas, pero es que la broma nos costó un dinero y una perdida de tiempo considerables y... ¡Ya está bien de tanto morro!

En mi familia gusta mucho el cine y la música. Creedence Clearwater Revival, Brenda Lee, Stray Cats, J.J. Cale, Lynyrd Skynyrd, The Rolling Stones, El Rey Elvis Presley... y en lo que al cine se refiere nos gusta casi todo ya que por culpa de mi enfermiza obsesión por el séptimo arte, en casa gozamos de una amplia cultura sobre este maravilloso invento.

Eso era lo que pedíamos; Un Dinner, un bar de Scorsese, de Pulp fiction, rockabilly, el café de los 50 de Regreso al futuro.... Pero nos mostraron un proyecto que parecía estar reciclado de el decorado de algún capitulo de una serie al estilo STAR TREK pero venido a menos. Vi la desidia en los rostros de mis padres y hermana y en un intento por colaborar me puse a buscar por Internet, en una sola tarde presenté en casa un proyecto. Mis padres decidieron ''contratarme'' directamente y pusieron su dinero en manos de su defectuoso hijo, algo por lo que les estaré eternamente agradecido ya que he encontrado en el interiorismo una nueva pasión y forma de expresarme.

Cometí el absurdo error de no hacer fotos antes de las obras aunque buscando por casa he podido encontrar alguna cosa así que a continuación veremos el antes y el después.


ANTES                     

                                        





DESPUÉS



Como se puede observar, mi falta de experiencia en lo que al arte de bloggear se refiere ha pasado factura y el orden en que han quedado las fotos es un poco psicodelico.
Debo subrayar que las fotos del después aquí mostradas han sido hechas por mi amigo ALBERTO HERRERA.

Actualmente estoy realizando otro trabajo de interiorismo mas grande y personal que espero poder compartir con vosotros antes de que acabe este año.

jueves, 22 de septiembre de 2011

HISTORIAS E HISTERIAS 1



                                                                   
                                                                        INSECTICIDIO
                            (Historia basada en hechos reales adulterados. El 96'7% es pura realidad)

Aquella mañana me desperté a las ocho para ir a Barcelona a comprar ropa con un par de colegas. No pudimos desayunar debido a el ansia por consumir que invadía nuestro juicio, así que una vez reunidos nos subimos al coche y pusimos rumbo a esa gran ciudad.
Hacía un calor.... Una de gente... Una de ruido... Una de guiris... Una de muslos...

Sergio, uno de los dos amigos que me acompañaban, es una de esas personas a las que mas que comprar ropa les gusta ir a comprarla. No se si me explico. Se están el rato que haga falta, se prueban lo que haga falta, dan la vuelta y vuelven a la tienda las veces que haga falta. Oswaldo, el otro, es un tío de esos que según y como parece que ni están, y yo soy uno de esos tíos cuya estrategia militar sería lanzar una bomba nuclear sacrificando incluso vidas inocentes con tal de acabar la guerra cuanto antes.

La mañana fue durísima. Compramos mucha ropa. Llevábamos unas cuatro o cinco bolsas por cabeza. De repente sentí un fuerte dolor en el pecho, como si me hubieran agujereado el torso con un taladro gigante y al dolor le siguió un extraño ruido, como el ronroneo de un tigre. En ese momento decidí preocuparme por la hora y al comprobarla descubrí que eran las cuatro de la tarde y aún no había comido absolutamente nada... Que hambre.
Opté por poner fin a esa odisea de consumismo y propuse que ya era hora de ir a comer algo. No fue fácil, pero al final conseguí sacar a Sergio de su profundo trance y nos dispusimos a buscar un sitio donde alimentarnos. Fuimos a un Pans, pero estaba repleto de gente. Fuimos a una M, pero estaba a tope. No había sitio en ninguna parte y yo ya no tenía hambre, tenía sed de sangre.

Anduvimos desnutridos hasta Canaletes, donde pudimos divisar una larga cola de gente esperando a que les sirvieran un plato de arroz que estaban preparando en plena calle.
-Podríamos comer arroz de ese.- Dijo Sergio, como si se tratase de una genial solución. Pero cuando me fijé bien en la cola me cercioré de que los individuos eran indigentes.
-No podemos-Dije tajante- Ese arroz es para alimentar a los pobres y con estas bolsas repletas de ropa no tenemos aspecto de necesitar comida gratuita.
-Yo necesito ir al lavabo- Eso es lo único que dijo Oswaldo en toda la aventura.
Al otro lado de las ramblas había y sigue habiendo un Burgur Kung (deformo el nombre para no hacer propaganda) al que decidimos entrar y que evidentemente también estaba a rebosar.

-Hay un comedor subterráneo, lo he visto cuando hemos ido al lavabo- Dijo Sergio con alegría, mientras Oswaldo asentía con la cabeza.
-Perfecto- Respondí- Vosotros dos podríais hacer cola mientras yo espero abajo con las bolsas, puede que consiga unos asientos.

El subterráneo estaba también repleto de gente y ademas hacía un calor y una peste alucinante, pero el hambre era ya demasiado así que me planté junto a una pared y con unas quince bolsas de ropa a mis pies las cuales miraban alucinados todos aquellos que pasaban por delante de mí, me propuse conseguir un asiento costara lo que costara. Me di cuenta de que en las ciudades, la gente no tiene tantos escrúpulos con lo que al arte de conseguir un asiento se refiere; si ven una mesa donde solo hay un individuo se sientan al lado para presionarle y punto. Hay un dicho que dice: Allí donde fueres haz lo que vieres, así que opté por imitar a los autóctonos.
Alargué la vista y en una mesa al fondo pude ver a un hombre solitario sentado de espaldas a mí, crucé el comedor en esa dirección mientras acarreaba las quince bolsas y notaba como la sangre ya no podía llegar a mis dedos debido al peso. Al llegar me senté frente al hombre sin apenas mirarle, yo estaba sentado de perfil y por el rabillo del ojo pude notar que el individuo tenía una especie de tembleque. Me estaba empezando a poner nervioso cuando de repente soltó un siniestro murmullo como si fuera un zombi. Al girarme hacia él me di cuenta de que este era un esquelético yonki que tenía la boca sucia, llena de granos de aquel arroz que estaban repartiendo en la calle. Tembloroso agarró su plato de plástico lleno de arroz y me ofreció un poco, pero yo lo rechacé con una arcada. Me puse en pié cual soldado ante un sargento, agarré las bolsas, crucé el comedor, noté de nuevo el dormirse de mis dedos y me apoyé en la pared del principio. Al cabo de un rato una pareja terminó de comer y conseguí esos deseados asientos.

Recuerdo el sabor del primer bocado de mi hamburguesa y el primer trago de mi refresco. Que gratificante era el hecho de estar sentado en una mesa, con tu bandeja de colesterol esperando a ser devorada. Sentí ese hormigueo que siente uno después de pasar medio día en la ciudad caminando, comprando y sin comer.
Noté algo raro, un silencio momentáneo, como si hubiera pasado un fantasma. Levanté la mirada y vi a Sergio mirando por encima de mi hombro.
-¡Que asco, yo paso de comer aquí!-gritó mientras tiraba su hamburguesa sobre la mesa.
No comprendí esa reacción hasta que me volví. Yo estaba sentado de espaldas a una pared donde se hallaba la puerta del cuarto de la limpieza y al girarme lo vi, era una enorme y suculenta cucaracha, pero no una cucaracha de esas negras de toda la vida, era una cucaracha de color marrón, como las que salen en la película Men in black o Starship troopers o El cuchitril de Joe, parecía importada de Hollywood, era un ejemplar maravilloso para todo entomólogo que se precie.
Yo no sabía que hacer, me quedé de piedra y sentí como si los sonidos desaparecieran y todo se moviera a cámara lenta. Me pareció oír una voz, como la de los Walkman cuando se agotan las pilas:
-¡Va hacia las bolsas!- era la voz de Sergio- ¡Matala!.
Salí del trance, me levanté aún con la hamburguesa en la mano y al ver que la gigantesca cucaracha pretendía introducirse en una de mis bolsas de flamante ropa...¡Plas! Lancé una patada con todas mis fuerzas y pude sentir el crujir de su exoesqueleto bajo la suela de mis zapatillas. Resultó que la pared era de madera aglomerada, la potencia de mi golpe la agujereó y mi pié quedó encallado por momentos.
Se hizo el silencio y me di cuenta de que toda la gente del comedor había dejado de comer y estaba observando ese insecticidio. Vi en sus caras la verdadera expresión del asco y la repugnancia. Indignado, volví a sentarme, escupí sobre la bandeja lo que estaba masticando y desde luego dejé de comer. Vi a uno de los empleados del burguer y le hice señas para que se acercara. Cuanto mas cerca estaba mas delgado se veía, era el típico chavalote hiper delgado, semipelirrojo, con gafas y con la cara reventada de granos de varios colores.
-Quiero hablar con el encargado - Espeté, y resultó que era él.
-¿Que quieres? ¿Quien ha roto la pared?
-He sido yo, por que había una enorme cucaracha paseándose por ella, una cucaracha correteando por el comedor y encima al lado del cuarto de la limpieza. Sois unos cerdos y unos impresentables. Si tenéis la desfachatez de tener el comedor apestado y con cucarachas paseándose por aquí... ¿Que coño tenéis en la cocina? ¿A Bin Laden?
-Calmate Raúl- Dijo Sergio- No merece la pena.
Me tragué la rabia para sustituir a la comida y me calmé. El ''encargado'' empezó a moverse de forma extraña, como su fuera un bailarín de break dance, se agachó de golpe y escrutó los bajos de la mesa hasta que encontró el cadáver de la cucaracha y la agarró con sus manos desnudas. -¿Es esta?- preguntó mientras abría la palma de su mano mostrándome muy cerca de mi cara el cuerpo sin vida del bicho. Me limité a mirarle con cara de pocos amigos mientras me encendía un cigarro. -Aquí abajo no se puede fumar- Me dijo. Le dí una fuerte calada al cigarro y le tiré todo el humo en la cara, el tosió delicadamente, se fue hacia la papelera donde se deshizo del cadáver y abandonó el comedor. Mi intención era fumarme el cigarro tranquilamente y luego abandonar ese asqueroso establecimiento cuando, a mitad del cigarro noto una presencia de pié junto a mi mesa.-¿Te sobra o qué?- dijo una voz gutural que sonó como la de un orco. Levanté la vista y vi a alguien que parecía una especie de caricatura de un motero del infierno; estaba muy sucio y la barba le llegaba hasta las rodillas, vestía una chupa de cuero sin mangas plagada de dibujos hechos con tipex. -¿Pero te sobra o qué?- Repitió mientras señalaba mi bandeja llena de restos de comida basura entre los cuales aún había el bocado recién escupido. Le miré a la cara y luego miré la bandeja. - Ehm... Sí.
-¡¡Mercy tío!!- Y empezó a coger todos los restos de basura y a introducirselos en la boca, se lo comió todo incluido el bocado escupido y cuando terminó con todo no dudó en coger mi refresco y bebérselo también. Me dejó seco y se despidió de nosotros levantando su enorme y sucio pulgar.
Al final nos fumamos un par de cigarros mientras comentábamos lo que había pasado sin dar crédito. -Voy al lavabo y nos vamos ¿ok?- dije.
Al llegar al lavabo casi pierdo el conocimiento debido al calor y el mal olor que este desprendía. La puerta del retrete estaba cerrada y al intentar abrirla oí una fuerte voz de repente: - !!Eh tío, que estoy yo¡¡¡- Era la voz del motero. Después de hablar se tiró un pedo increíble y yo decidí salir de ahí por patas, antes de salir por la puerta el motero me pidió un cigarro a gritos, pero me hice el sordo y volví a la mesa.-Vayámonos ya de aquí tíos, esto es un infierno- Supliqué, y antes de que nos levantáramos para irnos, el motero salió del lavabo con un montón de papel higiénico pegado a sus botas, estaba sucio de excrementos humanos. Miró hacia sus pies, se quitó el papel, lo dejó en en suelo y se fue. En unos instantes llegó el ''granudo encargado'' y al ver el papel en el suelo lo cogió con las manos. Cuando notó el pegajoso tacto de la MIERDA y su particular olor se puso a llorar mientras soltaba arcadas. -Eso te pasa por coger cosas del suelo cerdo- grité mientras cogíamos nuestras bolsas y nos disponíamos a abandonar aquel asqueroso lugar.

Cuando volvimos a nuestro tedioso pueblo donde nunca pasa nada, no paré de explicar esta anécdota durante años, en cada reunión de colegas, en cada salida de copas. Cada vez me reía mas recordándola.
No tuvo un final Hollywoodiense, ni tampoco sorpresa, simplemente la realidad superó a la ficción en un hecho que yo protagonicé y que afortunadamente no sería el último.

martes, 20 de septiembre de 2011

LA BOFIA

Técnica: óleo. Tamaño del lienzo: 1'32m largo x 1'00m ancho.



Cerca del barrio donde he vivido desde que nací hay una mina de sal. Años atrás, unos inútiles tuvieron la genial idea de abrir un pozo de explotación en una zona muy húmeda cerca de el río que atraviesa el pueblo. Empezaron a explotar y a explotar hasta que un día el agua se filtró y empezó a invadir las galerías. Como el agua era dulce
empezó a deshacer toda la masa salina y ¡zas!. Todo se inundó creándose una bofia que empezó a crecer y crecer, conteniendo toneladas y toneladas de agua dulce que seguía comiéndose la sal, se dice que hoy en día en dicha bofia cabe la SAGRADA FAMILIA.
¿Adivináis que se halla sobre el techo de la bofia? La respuesta ganadora es: El barrio donde he vivido desde que nací al lado del cual hay una mina de sal...años atrás... unos inútiles..........

El terreno empezó a ceder y las casas se agrietaron. Desalojaron dos de los tres bloques de pisos que había y los derruyeron. Intentaron expropiarnos y echarnos del barrio de mala manera.
Tras años de larga lucha y negociaciones, los vecinos de el barrio de LA ESTACIÓN (ese es su nombre) consiguieron un acuerdo para que nos ''indemnizaran'' y pudiéramos así empezar una nueva vida en otro lugar. La lucha duró mas de diez años y durante ese periodo de tiempo la depresión, la desidia, el asco, el miedo, la incertidumbre, las peleas, las separaciones... empezaron a aflorar. Evidentemente la zona donde se halla el barrio se declaró como terreno catastrófico y nuestras casas perdieron todo su valor. No podíamos vender, ni alquilar. No podíamos abandonar ese lugar por que no teníamos nada. No sabíamos que iba a ser de nosotros y si íbamos o no a ser expropiados. El tiempo se paró y ese lugar se convirtió en una especie de triangulo de las bermudas.
Nadie en España se enteró de este suceso, supongo que lo que ocurra en los pueblos de mala muerte no importa a nadie. Hubo indiferencia por parte de todo el mundo ajeno al barrio, pero sobretodo la hubo por parte de los medios de comunicación.

Hoy vivo en un barrio fantasma, veo las casas vacías de mis vecinos, las ventanas rotas, oigo como los rateros se cuelan en ellas para saquearlas, vivo con miedo a que entren en mi casa y cuento los días que quedan para que nuestra nueva casa acabe de ser construida y podamos así abandonar este maldito lugar para siempre. Veo las parcelas que han quedado tras ser las casas derruidas y siento empatía con aquellas personas que sufren de alzheimer o demencia, comprendo lo duro que puede ser el hecho de saber que tus recuerdos se destruyen o se desmontan como si se tratase de un puzzle invertido, pero yo no estoy enfermo y soy consciente de todo esto.

Aveces, muchas veces, aún me parece oír a la gente que vivía allí, como si el fantasma de sus vidas siguiera vigente, vagando por las calles de ese lugar tan siniestro....

AUTOPSIA DE ''LA BOFIA''.

  • En el centro de la composición podemos ver una colina con dos filas de edificios a cada lado formando una calle, que representan mi barrio y el terreno donde se halla. Es una cuesta abajo para simbolizar la decadencia.
  • El hecho de que no se pueda apreciar si los edificios son casas o naves industriales es por que aparte de que el barrio se halla junto a un polígono industrial, la gente ajena a este no ve en el casas, sino solo un cumulo de estructuras que no tienen ningún valor para ellos (nadie les culpa, es natural y comprensible) sin embargo vemos que un pequeño edificio tiene un tejadito de color rojo que delata que sí son viviendas.
  • En los edificios de la izquierda vemos tres chimeneas de las cuales sale humo de colores. La nave que pertenece a la fabrica de la empresa minera culpable de esta desgracia tiene también esas chimeneas que, desde que yo nací, jamas han dejado de escupir ese maldito humo. Después de todo este proceso, la empresa minera salió impune, de ahí los colores en el humo que simbolizan su alegría y alivio.
  • Al fondo, en lo alto de la colina y a lo lejos podemos ver la silueta de una población que representa SALLENT DE LLOBREGAT al cual pertenece el barrio de LA ESTACIÓN. Se ve representado de esta manera tan oscura, lejana y fría en un intento de simbolizar el desamparo que sentíamos los habitantes del barrio al ver que durante toda nuestra lucha, el pueblo se antojaba apático con lo que a al problema se refería, sin recalar en que probablemente, este problema podría afectarles en un futuro.
  • A la izquierda vemos un puente de estilo ''romano'' que representa uno que hay en el pueblo. Sobre este vemos a un hombre desnudo cuya cabeza está cayendo al agua. Esta persona se ha visto superada por los problemas y se siente deprimida, desnuda, desprotegida. En ocasiones, cuando las personas tenemos tantos problemas que parecen no tener solución, imaginamos el suicidio, pero solo lo imaginamos en un vano intento por sentir un alivio que evidentemente es efímero (suicidio mental).
  • Al fondo, detrás del puente, vemos una montaña de color naranja, esta representa la montaña de residuo salino que la empresa ha ido creando al depositar su ''mierda'' sin cesar. Hoy en día, la dimensión de dicha montaña es tal, que se le considera el pico mas alto de la comarca.

  • La mano en el agua es el símbolo mas volátil y poco solido de la ilustración y simboliza la ''agresividad'' del agua dulce, la cual como ya he comentado antes, se comió todo el terreno salino, ayudando a crear LA BOFIA.
  • La gente suele comentar que el chico que se halla tumbado en medio de la calle de la colina soy yo. En el fondo no se equivocan pero la situación y el estado en que este personaje se encuentra es aplicable a los demás vecinos del barrio. Se encuentra mal, y se siente morir, de ahí su aspecto cadavérico. Se agarra a lo edificios para no deslizarse colina abajo y caer así en la desidia absoluta, pero su afán por mantenerse en el lugar donde ha crecido le mantiene muerto a la vez que atrapado en ese triangulo de las bermudas.
  • Por último lo que mas me gusta. Ese enorme ojo cual sol reinanado en los cielos. Todo lo ve, pero nada mira e indiferente pierde su mirada en un lugar lejano, sin prestar atención. Representa los medios de comunicación.

Esta es mi autopsia, pero evidentemente no es un absoluto, y cualquiera puede ver en el cuadro lo que sienta incluso si su interpretación no tiene nada que ver con el detonante que me inspiró.
Mi intención es pintar dos cuadros mas que tendrán como tema principal el problema del barrio de LA ESTACIÓN, espero poder compartilos pronto con vosotros.




sábado, 17 de septiembre de 2011

MUSTERGRENDI




MUSTERGRENDI es mi primer óleo. Con la foto ha perdido mucha calidad y algunos colores han perdido intensidad. El hecho de que las sombras sean recortadas ha provocado que se vean varios brillos de las pinceladas, los cuales no se aprecian en el original. ¡¡Aix!! ¡¡Malditas fotos!!

De todos los cuadros que he pintado, este es el más onírico, ya que su significado hace referencia a un sentimiento que muchas veces me invade y al que llamo MUSTERGRENDI.
El cuadro viene a ser como una foto de mi mente en esos momentos.

Pienso que las personas tenemos tres miradas que nos acompañan durante toda la vida hasta el momento de la muerte: La de la persona que fuimos (Niño/a), la persona que somos y aquella en la que podríamos convertirnos.
Cuando la persona que somos empieza a sentirse mal, a fallar en sus objetivos, a envejecer, a enfermar... es cuando empezamos a ver con los ojos inciertos de la persona en que podríamos convertirnos; por momentos nos volvemos pesimistas e imaginamos la evolución de nuestros desastres y enfermedades, nos atormentamos visualizando nuestro cuerpo y rostro envejecer, todo esto de forma catastrófica ya que el pesimismo nos inhabilita la habilidad innata que tenemos para intentar solucionar nuestros conflictos internos mediante el uso de una voz interior que sabe por donde cojeamos y por lo tanto sabe todo lo que necesitamos oír para volver a estabilizarnos. Cuando todo esto ocurre, lo mas corriente es que recurramos a la mirada de la persona que fuimos. A través de estos ojos, todo es redondo, cómodo y perfecto. Eliminamos todo altercado dañino, los miedos que nos han invadido, los errores que hemos cometido y todo lo que hemos podido sufrir, para crear un pasado perfecto e idealizado, dónde todo es mejor, donde todo lo que hoy ya es viejo allí es nuevo y donde los caminos no nos asustan por que ya sabemos a donde nos llevan.
Este conflicto entre miradas se come a la persona que somos y la bloquea, haciéndonos sentir el MUSTEGRENDI , deseando que alguien que nos conoce lo suficiente como para asomarse a nuestros pensamientos lo haga y nos susurre en un intento por suplantar a esa voz interior que hemos dejado de oír...

AUTOPSIA DE MUSTERGRENDI.

En la composición vemos a tres personajes sentados en el sofá; el de la izquierda es GRENDI EL COMODO, que simboliza a la persona que fui. Si nos fijamos en él veremos que esta hecho con formas redondas y graciosas y que viste un pijama que incluso le cubre los pies. No necesita caminar por que vive muy bien.

Sentado en el centro tenemos a la persona que soy que, bloqueada por el MUSTERGRENDI se siente indefensa y desnuda, y cabizbaja se hunde en sus pensamientos.

A la izquierda tenemos a MUSTER EL PERJUDICIAL, que simboliza a la persona en que podría convertirme y vemos que está construido con formas largas y ásperas, es un personaje inhóspito, siniestro y de actitud altiva. Viste de luto por la muerte de la juventud que dejó atrás pero guarda una camisa amarilla y calza zapatos rojos en un vano intento de mantener su perdida jovialidad. El largo y verde cuello así como su cabeza le hacen parecer un vegetal, me inspiré en una hortaliza para simbolizar la madurez. Está fumando por que en la época en que pinté este cuadro yo era fumador y me costaba dejarlo, cosa que me preocupaba sobremanera y me aterraba (de ahí ese rostro en el humo), pero como gracias al universo jamás he quedado atrapado en el MUSTERGRENDI... ya no fumo.

El techo está roto por que pienso que este tipo de arrebatos son ligeras lesiones en la mente.
Pese a que a través de la ventana de la izquierda podemos ver que es de noche, en la habitación (mi cabeza) es de día, esto simboliza que cuando me siento así no puedo dormir.

¿Adivináis quien es la chica ''fantasmal'' que asoma por la puerta de la derecha? Ojala algún día pueda oír sus susurros.